La industria alimentaria es uno de los sectores más importantes y esenciales para la sociedad, ya que se encarga de producir, transformar, almacenar, transportar y distribuir los alimentos que consumimos a diario. Sin embargo, también es uno de los sectores que más residuos genera, tanto orgánicos como peligrosos, lo que supone un riesgo para la salud de las personas y el medio ambiente.
Por eso, es fundamental que las empresas de la industria alimentaria apliquen una gestión efectiva de residuos, que les permita minimizar su impacto ambiental y cumplir con la normativa vigente. En este artículo te explicamos cómo puedes hacerlo y qué beneficios puedes obtener.
¿Qué son los residuos alimentarios y qué tipos hay?
Los residuos alimentarios son aquellos materiales que se desechan durante las diferentes etapas de la cadena alimentaria, desde la producción primaria hasta el consumo final. Se considera alimento a cualquier sustancia o producto destinado a ser ingerido por los seres humanos o que se prevea razonablemente que sea ingerido por ellos. Esto incluye también las partes no comestibles de los alimentos, como los huesos o las cáscaras, si no se separan de las partes comestibles cuando se producen los alimentos.
Los residuos alimentarios pueden clasificarse en dos grandes grupos:
- Residuos orgánicos: son aquellos que proceden de fuentes biológicas y que pueden ser biodegradados o compostados. Por ejemplo: restos de frutas y verduras, cáscaras de huevo, posos de café, restos de carne y pescado, etc.
- Residuos peligrosos: son aquellos que contienen sustancias o elementos que pueden suponer un peligro para la salud humana o el medio ambiente. Por ejemplo: envases contaminados con productos químicos, aceites usados, medicamentos caducados, etc.
¿Qué normativa regula la gestión de residuos en la industria alimentaria en México?
La gestión de residuos en la industria alimentaria en México está regulada por diferentes normas a nivel federal y local. Algunas de las más relevantes son:
La Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (LGPGIR), que establece el marco general para la prevención y gestión de los residuos en el país, basado en el principio de jerarquía: prevención, valorización y disposición final. Esta Ley también obliga a los productores, importadores y distribuidores de productos a elaborar planes de manejo para maximizar el aprovechamiento y la valorización de los residuos.
El Reglamento de la LGPGIR, que desarrolla los aspectos operativos y técnicos de la Ley, como los criterios para clasificar los residuos peligrosos, los requisitos para su manejo y transporte, las autorizaciones y registros necesarios, las sanciones y medidas de seguridad, etc.
Las Normas Oficiales Mexicanas (NOM) y las Normas Mexicanas (NMX) sobre residuos, que establecen las especificaciones técnicas y los métodos de prueba para la caracterización, muestreo, análisis, tratamiento y disposición de los residuos. Algunas de estas normas son: NOM-083-SEMARNAT-2003 sobre especificaciones de protección ambiental para la selección del sitio, diseño, construcción, operación, monitoreo, clausura y obras complementarias de un sitio de disposición final de residuos sólidos urbanos y de manejo especial; NOM-098-SEMARNAT-2002 sobre especificaciones ambientales para el composteo; NMX-AA-015-1985 sobre muestreo de residuos sólidos municipales; NMX-AA-052-1985 sobre preparación de muestras en el laboratorio para su análisis; etc.
Las normas locales sobre gestión de residuos. Cada entidad federativa y cada municipio tiene facultades para regular los aspectos específicos sobre la gestión de residuos en su ámbito territorial, siempre que no contravengan las disposiciones federales. Por ejemplo: las leyes estatales y municipales sobre residuos; los programas locales de prevención y gestión integral de residuos; las normas técnicas locales sobre residuos; etc.
¿Qué beneficios tiene una gestión efectiva de residuos en la industria alimentaria?
Una gestión efectiva de residuos en la industria alimentaria no solo es una obligación legal, sino también una oportunidad para mejorar el desempeño ambiental, económico y social de las empresas. Algunos de los beneficios que se pueden obtener son:
- Reducir el impacto ambiental de la actividad. Al minimizar la generación de residuos y maximizar su valorización, se evita el consumo innecesario de recursos naturales, se reduce la emisión de gases de efecto invernadero y se previene la contaminación del suelo, el agua y el aire.
- Ahorrar costes operativos y generar ingresos. Al gestionar los residuos de forma eficiente, se optimizan los procesos productivos, se ahorra en materias primas, energía y agua, se evitan sanciones y multas por incumplimiento de la normativa y se pueden obtener ingresos por la venta o donación de los residuos valorizados.
- Mejorar la imagen y la reputación de la empresa. Al demostrar un compromiso con el medio ambiente y la responsabilidad social, se genera confianza y fidelidad entre los clientes, proveedores, empleados y otros grupos de interés. Además, se puede acceder a nuevos mercados y oportunidades de negocio que demandan productos y servicios sostenibles.
- Cumplir con las expectativas de los consumidores. Cada vez más, los consumidores son conscientes del problema del desperdicio de alimentos y exigen a las empresas que adopten medidas para reducirlo. Al ofrecer productos con menor impacto ambiental y social, se satisface la demanda de los consumidores y se crea un valor diferencial frente a la competencia.
¿Cómo elaborar un plan de gestión de residuos en la industria alimentaria?
Un plan de gestión de residuos es un documento que establece las estrategias y acciones que una empresa debe seguir para prevenir, reducir, valorizar y eliminar los residuos que genera en su actividad. Para elaborar un plan de gestión de residuos en la industria alimentaria se deben seguir los siguientes pasos:
- Identificar y caracterizar los residuos que se generan en cada etapa de la cadena alimentaria, desde la producción primaria hasta el consumo final. Se debe determinar el tipo, la cantidad, la composición, el origen y el destino final de cada residuo.
- Evaluar el cumplimiento de la normativa aplicable a cada tipo de residuo y a cada fase del proceso. Se debe verificar que se cuenta con las autorizaciones, registros, permisos y licencias necesarios para el manejo y transporte de los residuos, así como con los sistemas de control y seguimiento adecuados.
- Establecer los objetivos y metas para la prevención y gestión integral de los residuos. Se debe definir qué se quiere lograr con el plan, cuándo y cómo se va a medir el progreso. Los objetivos deben ser específicos, medibles, alcanzables, relevantes y temporales (SMART).
- Diseñar e implementar las medidas para alcanzar los objetivos propuestos. Se debe seleccionar las mejores opciones técnicas disponibles para prevenir o minimizar la generación de residuos, reutilizarlos o reciclarlos cuando sea posible o disponerlos adecuadamente cuando no lo sea. También se debe asignar responsabilidades, recursos y plazos para cada medida.
- Monitorear y evaluar los resultados del plan. Se debe verificar periódicamente el grado de cumplimiento de los objetivos y metas establecidos, así como el impacto ambiental, económico y social de las medidas implementadas. Se debe recopilar y analizar datos e indicadores que permitan medir el desempeño del plan.
- Revisar y mejorar el plan. Se debe identificar las fortalezas y debilidades del plan, así como las oportunidades y amenazas que puedan afectar su ejecución. Se debe incorporar las lecciones aprendidas, las buenas prácticas y las sugerencias de mejora para optimizar el plan.
Conclusión
La gestión efectiva de residuos en la industria alimentaria es una necesidad y una oportunidad para las empresas del sector. No solo se trata de cumplir con la normativa vigente, sino también de mejorar el desempeño ambiental, económico y social de la actividad. Para lograrlo, es imprescindible elaborar e implementar un plan de gestión de residuos que contemple las estrategias y acciones adecuadas para cada tipo y fase de residuo. De esta forma, se podrá reducir el impacto ambiental de la producción alimentaria, ahorrar costes operativos y generar ingresos, mejorar la imagen y la reputación de la empresa y satisfacer las expectativas de los consumidores. En definitiva, se podrá contribuir a un sistema alimentario más sostenible y sin desperdicios.
PREGUNTASY RESPUESTAS
Es el conjunto de actividades que se realizan para prevenir, reducir, valorizar y eliminar los residuos que se generan en las diferentes etapas de la cadena alimentaria, desde la producción primaria hasta el consumo final.
Se generan principalmente residuos orgánicos, que son aquellos que proceden de fuentes biológicas y que pueden ser biodegradados o compostados, y residuos peligrosos, que son aquellos que contienen sustancias o elementos que pueden suponer un peligro para la salud humana o el medio ambiente.
a gestión de residuos en la industria alimentaria está regulada por diferentes normas a nivel europeo, nacional y autonómico. Algunas de las más relevantes son: la Directiva 2008/98/CE sobre los residuos, la Ley 22/2011 de residuos y suelos contaminados, la Decisión delegada (UE) 2019/1597 sobre una metodología común y requisitos mínimos para la medición de los residuos alimentarios y las normas autonómicas y locales sobre gestión de residuos.
Una gestión efectiva de residuos en la industria alimentaria tiene beneficios ambientales, económicos y sociales. Entre ellos se pueden destacar: reducir el impacto ambiental de la actividad, ahorrar costes operativos y generar ingresos, mejorar la imagen y la reputación de la empresa y satisfacer las expectativas de los consumidores.
Un plan de gestión de residuos es un documento que establece las estrategias y acciones que una empresa debe seguir para prevenir, reducir, valorizar y eliminar los residuos que genera en su actividad. Para elaborar un plan de gestión de residuos en la industria alimentaria se deben seguir los siguientes pasos: identificar y caracterizar los residuos, evaluar el cumplimiento de la normativa, establecer los objetivos y metas, diseñar e implementar las medidas, monitorear y evaluar los resultados y revisar y mejorar el plan.
El desperdicio de alimentos es la pérdida o el descarte de alimentos aptos para el consumo humano en cualquier punto de la cadena alimentaria. Según la FAO, se estima que cada año se desperdician alrededor de 1.300 millones de toneladas de alimentos en el mundo, lo que supone un tercio de la producción mundial.
El desperdicio de alimentos tiene consecuencias negativas para el medio ambiente, la economía y la sociedad. Entre ellas se pueden mencionar: el consumo innecesario de recursos naturales, la emisión de gases de efecto invernadero, la generación de residuos orgánicos, el aumento de los costes para los consumidores y la industria, la pérdida de valor nutritivo y económico de los alimentos y el agravamiento del problema del hambre y la malnutrición.
Se pueden tomar medidas para reducir el desperdicio de alimentos en todos los niveles de la cadena alimentaria. Algunas de ellas son: mejorar las prácticas agrícolas y ganaderas, optimizar los procesos industriales y logísticos, aplicar tecnologías para conservar y rastrear los alimentos, sensibilizar e informar a los consumidores sobre el valor y el uso adecuado de los alimentos, donar o reciclar los alimentos excedentes o no aptos para el consumo humano.
La economía circular es un modelo económico basado en el aprovechamiento máximo de los recursos naturales y la minimización del desperdicio. En este modelo se busca que los productos, materiales y recursos se mantengan en el ciclo productivo el mayor tiempo posible, reduciendo al mínimo la generación de residuos y emisiones. La economía circular se basa en los principios de reducir, reutilizar y reciclar.
La gestión de residuos es una parte esencial de la economía circular, ya que permite dar una segunda vida a los materiales y recursos que se desechan. Al valorizar los residuos, se evita el consumo de nuevos recursos naturales, se ahorra energía y se reduce el impacto ambiental. La gestión de residuos se puede realizar mediante diferentes técnicas, como el compostaje, la digestión anaerobia, el reciclaje mecánico o químico, la valorización energética o la incineración con recuperación de energía.